sábado, 30 de noviembre de 2013

ENCUENTRO DE LUCIÉRNAGAS


Le marca el pulso del cuerpo, recorre la trayectoria de su itinerario erógeno... la inhala, la exhala. El deseo se instala, ella le enseña cómo disfrutar su piel. Le muestra cómo morder su clítoris, cómo provocar hasta el delirio su sexo y beber hasta vaciarla. Él le indica cómo sacarlo de la profundidad, llevarlo al límite en todo momento: con una mirada, que tome lugar la palabra indicada y la lengua entra en escena de un juego tántrico.  La recreación de lo físico, juegan a dejar entrar al deseo y se asoman a la pregunta, a muchas preguntas. Ambos se meten en la piel del otro, anidan por momentos en un refugio que son instantes de fuga, de encuentro.Se iluminan y se apagan como dos luciérnagas pero no alcanzan lo incandescente, algún día alcanzarán la chispa o se ahogarán en el intento y aún así juntos saben muy bien que la luz que irradian es imposible sin el otro.


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