Se lo había imaginado mil veces,
ella boca abajo gimiendo contra el colchón
ella y su monte de venus en plena erupción
Ella ahogando el goce,
ella mordisqueando su labio
con sus dedos explorando la humedad
Esta vez, estaba sucediendo
él escuchando el sutil canto de sirena
cerrando sus ojos con el placer detenido en su saliva.
La imagen mental le devolvía una sirena
contorsionante, liberada, ahogada en espasmos
enbravecida, felina, inalcanzable
Le ardían las manos de imaginar
una espalda caliente,
la misma intensa profundidad en su sexo palpitante
Eso basto para irse
en dificultoso silencio
y en oleaje de sacudones
Ella se derramó entre sus dedos
un breve contraer y dilatar
sitiéndose extrañamente acompañada.