jueves, 4 de abril de 2013

Artistas y Modelos

Yo permanecía inmóvil en mi pose, y él se me acercó para medirme con un instrumento. Sentí sus manos en mis muslos, acariciándome con mucha suavidad. Le sonreí. Permanecí en mi pose, y él me acariciaba las piernas, como si me estuviera moldeando con barro. Me besó los pies, mientras sus manos recorrían una y otra vez mis nalgas. Luego se recostó contra mis piernas y me besó. Me levantó y me tendió en el pavimento. Me apretaba contra él, me acariciaba la espalda, los hombros y el cuello. Yo temblaba un poco. Sus manos eran suaves y flexibles. Me tocaba como tocaba la estatuilla, con largas caricias, de arriba abajo.

Nos dirigimos al diván y allí me tendió boca abajo. Se despojó de su ropa y cayó sobre mí. Sentí su pene contra mis nalgas. Deslizó las manos en torno a mi cintura, y me levantó un poco para poder penetrarme. Me atraía  hacia él rítmicamente. Cerré los ojos para sentirlo mejor y para escuchar el sonido del pene que se deslizaba dentro de la humedad. Empujaba con tal violencia que produjo unos ruiditos que me llenaron de gozo.

Sus dedos se clavaban en mi carne. Sus afiladas uñas me hacían daño. Me excitó tanto con sus arremetidas, que se me abrió la boca y me encontré mordiendo la tapicería del sofá...

(Fragmento de cuento Artistas y Modelos, Delta de Venus - Anais Nin)

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